El corazón no miente. El mío, por ejemplo, ha deseado repetidas veces despertar sin ti, sin tus molinos de viento, sin esa lava ardiente que brota de la tierra cada vez que a tu presencia se le antoja usurpar mis días. Ya te he incinerado en otras hogueras y nada es suficiente. Solo fueron horas perdidas, paisajes sombríos y besos muertos.