– Duele tú sinceridad- replicó.
Percibí el dolor en sus palabras. El mundo se convirtió en una pompa de jabón y yo atrapada dentro de ella. Sentí culpa. Lloré tanto como pude y un pseudo arrepentimiento me embargó hasta que logré visualizar nuestra vida juntos. Solo entonces tuve fuerzas para vestirme y salir corriendo de aquel lugar ¿Que debía hacer? ¿Mentirle acaso? ¿Aprisionarlo en una vida infeliz? ¡Yo estaba convencida! Sabía que podía entregarle mi cuerpo cada noche, pero Él jamás se adueñaría de mi corazón.
Liena T. Flores
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