Mientras la noche se yergue cuajando el cielo de estrellas y luz de luna un gato solitario permanece absorto en el andar de los transeúntes. Quizá es abrumadora la charla de la mesa contigua o el rugir de los platos que proviene desde la cocina. Aun así, en su ademán apacible se convierte en la pausa dentro del ruido. En la expresión máxima de quien se siente servido por la vida pese a la arrolladora nostalgia que va y viene con los años.
Fotografía: Gracias a mi amigo Forés por inspirarme con esta imagen.
